Pinceladas Históricas Acatiquenses

Abstract

Alejandra Moreno Toscano, directora del Archivo General de la Nación entre 1977 y 1982 se preguntó sobre el papel de los archivos y en definitiva, el sentido y utilidad de la historia. Con ese motivo, para ayudarse a resolver la cuestión que se propuso, hizo una junta de historiadores en La Paz en 1980. En la Asamblea de la minúscula metrópoli de la parte sur de Baja California, diez de ellos contestaron a la pregunta que se les formuló asi: La historia ¿para qué? Las respuestas están en un libro llamado como la pregunta: He aquí algunas de ellas • Ninguna respuesta a las preguntas que hoy pueden formularse respecto a la situación presente es posible, en ausencia del saber histórico. • La historia da un sentido a la vida del hombre al comprenderla en función de una totalidad que la abarca y de la cual forma parte: la comunidad restringida de otros hombres primero; la especie humana después y, tal vez, en su límite la comunidad posible de los entes racionales y libres del universo No sabemos qué tan conforme estuvo Doña Alejandra Moreno Toscano con las sesudas y variadas respuestas que deben haberle dado. Lo importante de esta anécdota está en que dicha persona compartió, comparte con el resto de nosotros la preocupación en torno de "lo histórico", por un lado, y por otro lado, su relación con la vida, con nuestra vida personal, breve y atada por fuerza a un lugar y una época. ¿Tiene acaso lo personal algo que ver con la historia? Más aún, ¿la historia de mi pueblo, tiene alguna importancia fuera de nuestro poblado? en otras palabras, ¿mi historia y La Historia suelen encontrarse alguna vez? Podemos también plantearnos la pregunta de otro modo ¿qué es lo histórico? lo histórico es lo que ha merecido recordarse, o lo que hemos podido guardar o rescatar del pasado, que es una pequeña parte del quehacer humano. Una última pregunta: ¿y quién hace la historia? El historiador no puede menos que seleccionar, y la tela de donde selecciona se llama tiempo; tiempo y lugar. Por ello, nuestra historia empieza con la geografía. La configuración del territorio mexicano tan lleno de sierras y otros obstáculos, ha sido desfavorable para la unidad nacional; ha ayudado a la formación de mas o menos 200 regiones con características inconfundibles. Algunas tienen nombres propios como el Valle del Yaqui, la Huasteca, los Tuxtlas, Altos de Jalisco, Chontalpa, Costa Grande, Bajío, la Laguna, etc. Nuestras regiones mexicanas son entidades cambiantes con características ecológicas, económicas, históricas y culturales que reconocen como cabeza a una ciudad mercado. Por otro lado, la naturaleza de nuestra ubicación en el continente ha hecho de nuestra historia como nación independiente una secuencia de batallas que han sido noticia quizá en exceso. Las abundantes relaciones de las batallas de Hidalgo, Morelos, Santa Ana, los Niños Héroes, Álvarez, Degollado, Miramón; los triunfadores del cinco de mayo, Porfirio Díaz, Manuel González, Sóstenes Rocha, Álvaro Obregón, Pancho Villa, Felipe Ángeles nos da la impresión de que todo se resuelve así. Sin embargo, además de la historia nacional existe otra historia, la historia regional o microhistoria. México no es un país sólo preponderantemente urbano, sino también multialdeano. Aquí, se hacen notar los municipios rurales, los terruños, las tierrucas, las parroquias o matrias; se trata de espacios breves y poco poblados, en promedio diez veces menores que una región. y ya en este marco, la provincia de "las costumbres" se ha vuelto cada vez un mayor centro de interés histórico. El ejemplo mayúsculo es el de "Historia de las cosas de la Nueva España" de fray Bernardino de Sahagún. En el presente, una de las cinco áreas de mayor interés en el mundo histórico es el de la vida cotidiana, lo acostumbrado por los hombres en su diario vivir: la comida y sus modos de prepararla y comérsela; la confección y uso de la ropa; la casa, el mobiliario doméstico, las medicinas del hogar, que abarcan un campo referido a las mentalidades, ideas y valores: el reino de las creencias es vecino al de la crianza y la educación. Los modales que se infunden al niño antes de meterlo a la escuela son un tema digno de la historia, aunque hasta ahora poco historiado, y que parte de lo que aprendimos los mexicanos junto con la señal de la cruz. Así por este camino, empezando con la historia hemos llegado al personaje que hace historia, el historiador, el que se tropieza con la historia. La historia puede hacerse, debe hacerse, aun sin documentos escritos cuando no los hay. A base de todo aquello que el ingenio del hombre historiador puede utilizar para fabricar su miel a falta de flores normales; con paisajes y tejas, con formas de campos y malas yerbas, con eclipses de luna, con dictámenes de piedras En una palabra con todo aquello que es del hombre, sirve al hombre, expresa al hombre, denota la presencia del hombre. Por ello, para los etnohistoriadores inicialmente, conocer la tradición oral que se mantiene en formas de leyendas, anécdotas, dichos, mitos, rumores, canciones, corridos, es tanto como encontrarse con una mina de piedras preciosas. Se dice que en casi todos los pueblos y etnias se da por lo menos un "memorioso" que recibe de otro anterior las hazañas mayores de su gente, le agrega otras y así enriquecidas las trasmite de boca a oído, a través de las generaciones. Con el uso de grabadoras, podemos ahora aún guardar la voz de estos historiadores de su pueblo.